En esta entrada, ya adelantaba de la existencia de prejuicios para etiquetar personas; y es que , continuamente el ser humano va poniendo etiquetas a las cosas, ya que; las etiquetas, nos ayudan a simplificarlo todo y a dejar de pensar. Por poner un ejemplo del campo, en orientación, cuando tenemos a un alumno que no sabemos "lo que tiene" y le ponemos una etiqueta; esa etiqueta le marcará para toda la vida, y servirá de referencia para futuros profesionales (o no) que trabajen con él. Las etiquetas dañan. Y mucho, pero no podemos negar su existencia, ya que sin ellas, la vida sería mucho más dificil. El secreto está en no quedarnos sólo en la etiqueta; en ver más allá. En ver que existe una persona detrás, con unos intereses, unas habilidades y unas dificultades.
Las etiquetas en muchas ocasiones nos facilitan las tareas diarias.
Pero... ¿Hasta que punto son necesarias y buenas?
Quedarse sólo con la etiqueta es quedarse únicamente con la portada de un libro. Día a día, esfuerzo tras esfuerzo, se van consiguiendo grandes cosas para ir desarrollando a la persona (no sólo a la etiqueta). A mí personalmente, aunque a veces lo hago de forma inevitable, no me gusta etiquetar a la gente, a menos que esa etiqueta verdaderamente sirva para mejorar la calidad de vida de esa persona y/o de la gente de alrededor, pero, siempre siendo consciente de todo esto.
Me encanta ver cómo sigue habiendo padres y maestros hoy en día, que no se rinden cuando a una persona se le pone una etiqueta, e intentan desarrollar sus capacidades al máximo, aceptando sus limitaciones, pero sin rendirse tan fácilmente. Me encanta ver cada día casos de personas que han logrado llegar a sitios que nadie jamás podría creer. Y todo gracias a la fe, al esfuerzo y a la colaboración de padres, orientadores y docentes, pero principalmente de padres, que son los que están día a día apoyando a los niños.
Los padres de uno de mis pacientes de musicoterapia, me dijeron sabiamente en una ocasión: "Imagínate que tiene 1000 puertas, y todas están cerradas. Si nosotros en este año logramos abrir 20, la escuela otras 20, y tú otras 20, ya serán 60 puertas abiertas... poco a poco, día tras día, se irán abriendo más puertas. Quizás no se abran nunca las 1000, pero quizás podamos llegar a la 800 entre todos". Creo que este espíritu luchador es lo más importante a la hora de tratar con cualquier persona con cualquier problema.
¿Vosotros qué creeis?
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