miércoles, 8 de mayo de 2013

¿Todos podemos aprender a tocar un instrumento? Parte 2

¿Todas las personas podemos aprender a tocar un instrumento? ¿Cuál debería ser el fin de un conservatorio? ¿Para qué debería servir la música? Con estas 2 entradas, voy a intentar contestar a todas estas preguntas, tomando como referencia, la Convención Mundial del método Suzuki en Matsumoto (2013) y una reflexión personal a raíz de un curso con Nico Bay.

¿Queremos formar los mejores concertinos de España? ¿Pero cuántos de los que estamos formando se van a convertir en uno? ¿Cuántos niños de los que empiezan en el conservatorio tienen claro que quieren dirigir una orquesta, o dar clase a niños o simplemente tocar como solista profesional? La elección de a dónde llegar es un camino que poco a poco el alumno tiene que ir recorriendo. No estamos creando máquinas tocadores de partituras, sino alumnos que en el día de mañana podrán tener una serie de herramientas musicales para defenderse de la vida real (puede ser su forma de ganarse la vida, o simplemente cultura, no hay problema).
En la educación española en general, creamos niños con muy buena capacidad cognitiva, cortando la parte creativa y social de los alumnos. En el caso de los conservatorios, ésto también ocurre, desde el momento que un niño con 7 años quizás instigados por sus padres van a un centro musical donde en su primer día les dan un instrumento con el que tendrá que tocar un montón de dibujos sin sentido sobre un papel durante muchos años. 
¿Cualquiera persona puede tocar cualquiera de estos instrumentos?
Al final de la entrada tenéis mi respuesta.

La música es mucho más que eso, de hecho, en las primeras edades debe serlo (por mucho que la LOMCE no lo crea así). La música tiene que ser una fuente de compartir, de experimentar, de disfrutar, de imaginar, de crear, etc. Tiene que ser algo colectivo, algo lúdico, algo creativo... pero sobre todo algo educativo, que le permita desarrollarse como persona. Aparentemente el sistema actual NO puede permitirse hacer esto, ya que en los conservatorios se tiene un curriculum por seguir, unas partituras obligatorias por tocar para cada año, una serie de técnica que debe absorber en un tiempo determinado... ¿Y qué ocurre si no eres capaz de llegar a lo que la ley te obliga? Pues que repites curso con la consiguente carga psicológica y familiar que viene implícita, o directamente te expulsan de una de las educaciones que podría ser la más creativa y enriquecedora para crecer.

A los docentes, en muchas ocasiones, les falta formación pedagógica, y a veces no son capaces de buscarla.
¿Y qué ocurre con las personas que pasan por el conservatorio, aguantan la presión familiar y social de la vida de músico de conservatorio, y que quizás son capaces de leer muy bien partituras pero NO son capaces de improvisar ni una nota porque su educación musical no se lo ha contemplado? Unos acabarán como puedan (o ni eso) y quizás odiarán su instrumento frustrados debido a un mal profesor y/o sistema educativo. Otros, los más espabilados, cogerán lo bueno que han conseguido aprender en el conservatorio (no todo iba a ser malo), y todo lo que les ha aportado como personas, y buscarán continuar su camino de forma autodidacta, con un grupo o en otro tipo de centro.

A pesar de mi negatividad de este mundillo, no todo está acabado. Hay un montón de personas que verdaderamente quieren dedicarse a la docencia y que buscan los recursos pedagógicos para aprender ellos y poder transmitir a sus alumnos. Personas que aún siguen creyendo en que la educación musical puede ser a la vez educativa y lúdica... a todas esas personas, mandarles desde aquí mucho ánimo y mi agradecimiento, por seguir luchando para formar personas un poquito más sanas tal y como están las cosas (no es nada fácil).

Si has llegado hasta aquí leyendo es porque la música y/o la educación te preocupa, o simplemente porque te gustaría tocar un instrumento. Mi consejo y conclusión final es que cualquier persona que quiera tocar cualquier instrumento puede hacerlo con un buen profesor (a menos que tenga imposibilidades físicas que le impidan tocar ese instrumento). Pero la verdadera realidad es que cualquier persona puede y debe disfrutar de la música creándola y compartiéndola con las personas que les rodea. No es verdad eso de que una persona no tiene oído y no puede hacer música, o que alguien no pueda tocar cierto instrumento (si tiene posibilidades fisiológicas). Quizás no todos puedan llegar al mismo nivel instrumental en el mismo tiempo, pero eso no es problema para la música. Habrá personas con más o menos facilidades pero todos podemos hacernos partícipe de ella.

Y despido esta entrada con dos vídeos sobre clases de grupos de la convención del método Suzuki que tuvo lugar en Matsumoko. Algo tendrá esta metodología cuando consigue que tantos niños toquen bien, juntos y felices. Algunas partes del vídeo merecen la pena de ver con tranquilidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario